Puede que me equivoque, pero me voy a aventurar. Es posible que, en más de una ocasión, te has sentido atrapada en un mundo rápido, obsesionado con producir más y optimizar cómo vive. Al menos, yo sí que me siento así (y en más de una ocasión).
De hecho, este post lo estoy escribiendo tras un bloqueo, y una nueva tentativa de "tirar la toalla".
He conseguido un par de horas a solas, para dedicarme a hacer mis cosas. En cuanto me he quedado a solas, me he quedado bloqueada, pensando en la cantidad de temas que tengo a medio hacer y que convendría realizar o que están en mi lista de proyectos. ¡Hay tanto que me gustaría hacer, que empecé a sentir que no tenía tiempo, y que no merecía la pena siquiera intentarlo! Hasta que me paré a pensar: si sólo pudiese hacer una sola cosa, aunque fuese a medias ¿qué me gustaría estar haciendo realmente? ¿cuál de los proyectos que tengo abiertos, me acerca más a mi objetivo?
Así que aquí estoy otra semana más (y varios días más tarde de empezar a escribir este post, para ser honesta) pues este rinconcito mío, que tantos años llevo ya cuidando, aunque sea a ratos sueltos, es como mi pequeño jardín privado. No sé si estas dos horitas que tengo me darán para mucho, pero me acercarán un poco más.
¿A qué viene esta reflexión? ¿qué tiene que ver todo esto con la productividad, la motivación o una vida equilibrada? Más de lo que piensas, pequeña ;)